Veamos cómo
continuó el asunto que mosqueó severamente a Pasteur. Como recordaréis, tanto él
como Pouchet habían hallado vida generada espontáneamente. La diferencia entre
ambos es que Pasteur no publicó sus resultados porque no se los podía creer.
Pero la cosa no
acabó ahí. Pasteur siguió haciendo experimentos, esta vez sin mercurio de por
medio. Usaba redomas (recipientes de vidrio con un cuello alargado y estrecho)
en las que hervía infusiones de levadura. Una vez hecho esto, se extraía el
aire de la redoma y se sellaba el cuello. El siguiente paso era dejar que
entrara aire para ver qué pasaba, esto lo hacía rompiendo el cuello con unas
pinzas calientes (para que no tuvieran gérmenes). Luego se volvían a sellar y
se esperaban los resutados.
Lo que Pasteur
hizo fue preparar varias redomas para probar con aire de distintos sitios.
Encontró que las redomas expuestas en lugares corrientes se enmohecían,
mientras que las puestas a grandes alturas no se alteraban. Por ejemplo, de 20
redomas con aire de los Alpes franceses (a dos mil metros de altura), sólo una
se enmoheció. Lo que Pasteur creía haber demostrado es que el aire no
contaminado con gérmenes no podía generar vida.
Sin embargo, ahora
era Pouchet el que no se creía esos resultados. Así que, sin mayor dilación, se
marchó a los Pirineos a repetir esos experimentos. Apareció vida en las ocho
redomas que llevó. A Pouchet, el aire sin contaminar también le generaba vida.
La única diferencia con los experimentos de Pasteur es que usaba heno en vez de
levadura, y una lima en vez de unas pinzas.
La disputa quedó
zanjada a favor de Pasteur gracias a la Academia de Ciencias de París. Antes de
los experimentos pirenaicos, se creó una comisión para discutir sobre este tema
formada por miembros que no simpatizaban con la generación espontánea. Se ofrecía
un premio a quien aportara datos relevantes sobre este tema. Vista la composición
del jurado, Pouchet se retiró y dejó que Pasteur fuese el premiado. Con el
asunto ya “zanjado”, resultó que el pesado de Pouchet hizo los experimentos en
los Pirineos. Se tuvo que abrir otra comisión. También estuvo formada por
opositores a las ideas de Pouchet, que esta vez exigían que cualquier cantidad
de aire, por pequeña que fuera, causara siempre
generación espontánea. De lo contrario, esta teoría se consideraría refutada.
Teniendo en cuenta los experimentos de Pasteur, estaba claro que siempre siempre no se generaba vida, con
lo que el tema se “volvió a zanjar”.
Así pues, ¿hemos
vivido engañados durante todos estos años? Quizá sí, pero no olvidemos las dos diferencias
citadas entre los experimentos de Pasteur y Pouchet. Pasteur criticó la lima.
Lo cierto es que lo más relevante es el heno. Unos diez años después de la
segunda comisión se descubrió que las infusiones de heno tienen unas esporas
que no se matan fácilmente al hervirlas, mientras que las de levadura sí
quedaban bien esterilizadas. Por supuesto, nada de esto lo sabía la comisión
(ni Pasteur ni Pouchet), pero tampoco importó. Además, la Academia de Ciencias
consideró que la refutación de la generación espontánea era también una
refutación del darwinismo y la teoría de la evolución. En aquella época se
pensaba que la generación espontánea era la base de la teoría de la evolución,
con lo que el darwinismo fue severamente criticado gracias a los experimentos
de Pasteur. Las vueltas que da la vida…
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