A menudo, en ciencia, así como en otros ámbitos, uno se topa con números
grandes. Pero no números grandes como mil o un millón. Números muy grandes. Números enormes.
El problema de estos números, para la gente a la que le gusta entender las cosas y no solo recibir la
información sin mayores pensamientos, es que son difíciles de imaginar. Porque
nadie maneja números así de forma cotidiana. Nadie tiene una intuición clara de
cuánto es esa cantidad. Dicho de otra
forma, un número como 1010 (un “1” seguido de 10 ceros) es, sin duda, un número muy
grande. Pero 1020 (un “1” seguido de 20 ceros) también es muy grande. Y 1030
también. Y ya está, ahí se pierde la intuición. A partir de 1010
(por decir algo) todo es muy grande.
Sin embargo, 1030 es muchísimo
más grande que 1010, y convendría poder visualizar la diferencia, y
no confundirlo con la misma “cantidad inmensa”. Hay cantidades inmensas, y las
hay inmensamente inmensas. Vamos a ver cómo podemos diferenciarlas mejor.
La manera de entender los números grandes consiste en hacerlos pequeños,
porque estos son los que podemos contar y visualizar fácilmente. Semejante acto
de brujería no consiste en hacer trampas, sino simplemente algunas operaciones
que nos pasen del número enorme a otro más manejable. Veamos con un ejemplo
cómo funciona esto.
Un caso típico de número enorme es el número de Avogadro. Esto es el número
de partículas (moléculas o átomos) que hay en un mol de sustancia. Por ejemplo,
en un mol de agua (unas pocas cucharadas), tenemos 6,023 · 1023
moléculas de H2O. Este número es el número de Avogadro.
6,023 · 1023 es un número gigantesco. ¿Pero cómo de gigantesco?
Para resolver este problema, nos vamos a plantear otro. Queremos contar todas las moléculas. ¿Cuánto
tiempo tardaríamos en lograrlo?
Como el número es muy grande, vamos a suponer que somos capaces de contar 1
millón de moléculas por segundo. Así, está claro que el número de segundos que
necesitamos para contar todas las moléculas son 6,023 · 1023
dividido entre 1 millón, con lo que habremos reducido el número inicial un
millón de veces. Antes de hacer esta operación, conviene tener presente que lo
que estamos haciendo es jugar con este número para tener una idea de lo que representa. Por tanto, no
hace falta ir a por la calculadora ni consultar a un comité de expertos si el
número de Avogadro es 6,023 o 6,022 por 1023. Consideraremos que es
simplemente 6 · 1023, que dividido entre 1 000 000 (= 106) da 6 ·
1017 (un número con seis cifras menos —seis ceros menos—que el
inicial). O sea que tardamos 6 · 1017 segundos en contar todas las
moléculas.
Este número no nos sirve aún, porque sigue siendo enorme. Pero no
pasa nada, porque podemos mirar cuántas horas son esos segundos. 1 h = 3600 s,
como queremos hacerlo fácil, dividiremos por 3000, en concreto, primero por
1000 y después por 3. Paso a paso:
(6 · 1017) : 1000 = 6 · 1014
(6 · 1014) : 3 = 2 · 1014 horas necesarias.
1 día son 24 horas, que son más o menos 20 horas: dividimos entre 10 y
entre 2: obtenemos primero 2 · 1013 y finalmente 1013
días. Si ahora consideramos que un año son unos 400 días obtenemos 0,25 · 1011
años. El número sigue siendo muy grande, pero aún podemos hacer más: dividiendo
entre mil obtendremos los milenios que tardaremos en contar todas las
moléculas:
0,25 · 108 = 25 · 106 = 25 000 000
Ajá, esto sí que es interesante. Contar todas las partículas nos llevará,
aproximadamente, 25 millones de milenios, a un ritmo de 1 millón de partículas
por segundo. Recordemos que estas son las partículas que hay en el culo de un
vaso de agua, no en el océano pacífico. Y aún así, ya vemos que aunque el
primer ser humano de la Tierra hubiera empezado a contar las moléculas y
siguiera vivo hoy en día, aún no habría contado ni la milésima parte del total.
Con este ejemplo, vemos cómo el vago y poco interesante calificativo “muy
grande” se concreta en una absoluta barbaridad.
En otro orden de cosas, y sin pretender convertir este blog en uno de
política, hice uno de estos cálculos hace algún tiempo cuando leí que el
periódico El País se planteaba realizar un ERE a unos 150 trabajadores. Esto
fue en 2012. Ya sabemos la historia: crisis, la publicidad en los medios está
muy mal, la prensa cada vez lo tiene más difícil, etc. Total, que hay que
despedir a 150 trabajadores (no sé si este acabó siendo el número exacto, pero
es lo de menos). Lo curioso del caso es que el presidente de El País (un tal
Cebrián) cobró en 2011 trece millones de euros. Y yo me dije, vamos a ver si es
verdad que necesita despedir a los 150 trabajadores.
13 millones de euros al año es mucho dinero, pero si hacemos las cifras más
pequeñas siempre es más intuitivo: estamos hablando de aproximadamente 1 millón
de euros al mes. Aquí ya vemos que este hombre cobra unas 1000 veces más que un
trabajador típico (que cobraría unos 1000 euros). Dicho de otra forma, que
cobra lo equivalente a lo que ganan 1000 trabajadores. Y dice que necesita
despedir a 150. Yo lo que creo es que necesita bajarse el sueldo.
Pero he dicho que no me iba a meter en política. Sigamos reduciendo la
cifra, para darnos cuenta de lo extraordinario que es su sueldo: 1 millón al
mes son 250 000 euros a la semana, más o menos. Dividiendo entre 5 días laborables obtenemos unos 50 000 euros al día.
Pero la cosa aún no acaba ahí. Si
consideramos que trabaja 8 horas al día, entonces hay que repartir los 50
mil euros en esas 8 horas, de modo que podríamos decir que gana unos 6000 euros
la hora. Como podemos ver, no se puede decir que la crisis afecte a todos por
igual, ni que el ERE sea estrictamente necesario. Dinero, haberlo haylo. El
problema es que lo tiene todo él. Seguramente no se habrá dado cuenta. Ya veis,
pues, cuando se trata de grandes números, no os perdáis, razonad y comprended
para daros cuenta de lo que estamos hablando.
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